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EL CORREDOR DEL LABERINTO: LA CURA MORTAL

  • AITOR SANZ
  • 20 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

Después de la catastrófica segunda entrega de la saga "El corredor del laberinto", llega a la gran pantalla la tercera y última película de la trilogía: la cura mortal. Un largometraje de dos horas y media eternas que, lejos de las espectativas que me causó la primera película, han cerrado una buena historia de forma pésima. No por la interpretación de los actores o la cantidad de efectos especiales, sino por lo lenta y previsible que ha resultado. Además, la gran cantidad de clichés que alberga la han convertido en un film poco llevadero y lleno de heroicidades que, desde mi punto de vista, desfavorecen un metraje con un enorme potencial y presupuesto.

Es cierto que los efectos especiales, como nombraba anteriormente, han mejorado. La fotografía es muy buena. Se nota que han invertido una gran parte del presupuesto en ello y que ha mejorado respecto a las anteriores. Añadir, también, que resulta increíble que después de la lesión de Dylan O'Brien durante el rodaje hayan conseguido sacar adelante el proyecto tras varias falsas cancelaciones. Pero, todos los esfuerzos han dado como resultado la pérdida de credibilidad y el descontento del espectador, al menos por mi parte.

Pese a su asepsia formal, la trama culebronil es desarrollada con cierta efectividad emocional y hasta cierto punto, logra que el impacto de la muerte de algunos personajes tenga la profundidad que necesita, a pesar de ello, se nota que hay papeles que están por que deben esta. Sin embargo, son los secundarios los que brillan, con una estupenda subtrama de huída protagonizada por Rosa Salazar y un flamante Will Poulter demostrando que ya se le ha quedado pequeña la saga que le dio más fama.

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